En nuestra lucha por ser feliz, experimentar paz interior y hacer realidad los sueños, es necesario enfrentar mil situaciones, momentos, personas, condiciones; cada una con su propio nombre, algunos reales, otros imaginarios, pero aparecen como monstruos que logran hacernos caer o tambalear, llenarnos de miedo, herirnos, atarnos de pies y manos y muchas veces hasta obligarnos a renunciar. Solemos ser como niños cuando nos ataca el miedo de intentar amar y ser amados, sobre todo si alguna vez lo hicimos y fuimos traicionados o perdimos a ese ser que tanto amamos; ahí se apodera de nosotros el monstruo del desamor, que aísla entre muros de hierro nuestro corazón y le hace perder la fe en el amor…
Y si nuestra infancia no fue fácil, si quizás no recibimos la ternura, ni fuimos alimentados de esos pequeños detalles que son los que nos dan fuerzas y nos hacen crecer seguros; ahí nos toma por su cuenta el monstruo de la desilusión; nada nos impresiona, nos dejamos arrastrar por el como veletas sin rumbo, perseguidos por un pasado, perdidos en el presente y atemorizados por el futuro. Hay quienes experimentan enormes vacíos en su corazón, por ausencias, carencias o quizás porque no recibieron en su momento lo que necesitó su corazón; son perseguidos muchas veces por el monstruo del Apego y la dependencia, que le hace sentir necesidad de amor, se aferran a todo, carece de autoestima, no logran descubrir sus propios valores y son o dejan de ser según lo que suceda, o lo que otros decidan, son víctimas de la manipulación y se convierten en esclavos de los sentimientos, porque les hace falta valor para darse su lugar, hacer valer su dignidad, decir si o decir no.
Y en esa inseguridad, aparece el monstruo del egoísmo y la falsa vanidad, que obliga a la persona a querer que el mundo gire en torno suyo y poderlo todo acaparar, siembra la envidia, impulsa a la crítica e inconformidad, hace despertar los celos, y el deseo de poseerlo todo con exclusividad. Para vencerlo es necesario aprender a ser sencillos, luchar por no apretar demasiado, sino más bien dejar libre y soltar, no vivir programados, sino ser mas espontáneos, ser humildes y saber darlo todo sin nada esperar.
Ante los retos y sueños, o cuando hay que tomar decisiones, cuando queremos darnos permiso de experimentar nuevas sensaciones y darnos otra oportunidad, surge el monstruo más grande, el llamado Temor…viene disfrazado de mil formas, nos hace zancadillas cuando se da cuenta que estamos dando pasos, se mete en nuestros pensamientos, nos habla a toda hora diciéndonos que no lo intentemos, que lo único que obtendremos será tristeza, decepciones y fracaso… este y todos los monstruos los podemos vencer por sobre todas las cosas con la Fe, primero en Dios, después en nosotros mismos y también en los demás; aunque los monstruos pretendan robarnos nuestras ilusiones, no dejemos que nos arrebaten la paz interior, ni la esperanza, ni mucho menos esa fuerza que nos hace despertar cada día con la certeza de que si luchamos por ellos, los sueños, los podremos hacer realidad y en ese caminar poder ser feliz de verdad. Estos monstruos no son reales, existen en nuestra imaginación, nosotros los creamos y solo nosotros mismos somos los que podemos derrotarlos.
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