Porque hay cosas que aunque suenen muy sencillas y se vean diferentes sentados en otra silla muy lejana a la realidad, cuesta demasiado hacerlas vida o poderlas realizar; porque implica más que situaciones vanas, remover, romper, sanar, transformar o deformar....
Pronunciar palabras que aunque sentimos, casi nunca las decimos, un “te quiero” o “te perdono”, un “lo siento”, o “ya no te quiero igual”, “perdóname”, “no quiero perderte”, “te necesito” o “no puedo más”, “no me dejes” “me preocupé por ti” “volvámoslo a intentar ” “dame otra oportunidad”; tantas frases que aunque pequeñas, dicen mucho más que lo que a simple vista se puede vislumbrar...
Dar ese paso que nos llevaría a acercarnos a quien estando tan cerca, vemos demasiado lejano cada día; abrir esa puerta que un día se cerró, porque alguien entró en nuestro interior, lo quebrantó y emprendió la huída; vencer ese miedo que se instaló, en el preciso momento en que sucedió aquello que para siempre nos marcó; arrancar la espina que se clavó en lo más profundo de nuestro corazón, borrar del pensamiento aquello que se vivió y que en nuestra historia personal escrito quedó y se inmortalizó, sacar de nuestra vida a ese alguien que fue tan especial y aunque nos hizo llorar, un pedazo de nosotros mismos se llevó.
Qué difícil suele ser y hasta imposible ha de parecer, expresar con palabras lo que siente el corazón, contener una lágrima para que no delate lo que hay en nuestro interior; vencer la risa en un momento de mucho formalismo y seriedad, levantarse al caer de la nube más alta, volver a confiar cuando alguien en quien creíamos tanto nos defraudó y nos decepcionó; parar cuando debemos decir stop y no continuar para darnos cuenta que por nuestros impulsos la supimos embarrar y la vida de un giro y como consecuencia a lo que hicimos nos cambió.
Qué difícil es recuperar aquello que se perdió, hacer que las cosas vuelvan a ser igual cuando mucho tiempo ya pasó, reinstalar la magia y el encanto que alguna vez en la relación existió, dejar el papel como estaba antes cuando en un instante de irá se arrugó, se pisoteo y en mil pedazos se rompió... Contestar esa llamada que cuando timbra desgarra el alma, hacerse invisible para que extrañe y valore aquel que acostumbrado a nuestra presencia actúa como si no existiera nadie ni hubiera nada.
Puede parecer demasiado sencillo, cuando al dar un consejo o analizarlo desde afuera lo decimos; pero solo el que está jugando en la cancha sabe como ** el partido, y aquel que está en el campo de batalla es el que sale vencedor o vencido.
Es difícil más no imposible lograr todo aquello que aquí digo; basta dejar que sea la fuerza del amor y la fortaleza que da la fe en Dios lo que nos ayude a realizar aquello que aunque es muy fácil decirlo, cuesta demasiado vivirlo.
T adoro b²i
Tu Caribeña
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